Hace unos meses, en una de mis usuales hojeadas/ojeadas a la "guiaté", me pregunté cuánto mediría un gran mapa de Capital y Gran Buenos Aires, si cortara todos los mapas de la guía y los ensamblara en una gran hoja. Haciendo un par de cálculos mentales, llegué a la conclusión de que, si llevara a cabo mi plan, tendría como resultado final un gran mapa de casi dos metros por metro y medio.
Días despues, hilé mi idea de "un gran mapa" con un proyecto de Dibujo. Inicié un estudio sociológico de los barrios de Capital y los partidos del conurbano bonaerense, para comprender la psicología de cada lugar. En base a ese perfil que observé de cada zona urbana, elaboré un esbozo de personaje, para ser dibujado sobre el barrio en cuestión, dando como resultado un trabajo de dos metros por dos metros, en los que convergen más de cincuenta personajes que representan -a mis ojos- las particularidades de cada rincón de la urbe. En este caso, presento un fragmento del sector central de Capital Federal, con algunos de sus simbólicos personajes, que es lo que realicé hasta el momento.
El conjunto de figuras desnudas tiene una característica visual, propia de mis últimos dibujos: las distorsiones. Agregado a eso, se destacan los diversos estratos y posiciones sociales en base al lugar de procedencia y objetivo al que apuntan, generando tensiones y conflictos propios de un entorno periférico.
El título "Cada uno somos..." tiene tambien una contradicción simbólica: por un lado, el individualismo del "cada uno", y por otro el "somos", en plural, como si hablaramos de comunidad y no de fragmentación visible.
Dibujos, grabados e imágenes que de mis manos hablan, para quien quiera escucharme con sus ojos.
23 de enero de 2009
17 de enero de 2009
Lo que se da / Lo que nos quitan
Estos dos dibujos son, junto con Pompeya, la hasta ahora única producción "artística" de este 2009.
Hace unos días, hablando con una amiga, le contaba acerca de la "crudeza" de mis últimos dibujos y de esas manos huesudas y feas que estoy dibujando, y ella llegó a la conclusión de que no es que sean feas, sino que estan gastadas, cansadas. Y tiene razón.
Hoy, por un lado, exhibo una imagen de lo que se da, y llena: el abrazo, la contención, la caricia. Por otra parte, lo que nos quitan, lo que nos arrancan por la fuerza, por la injusticia, la impunidad y el miedo.
Conceptos absolutamente contradictorios, el más oscuro e inevitable de los dos "se come" al más hermoso y humano. Sencillamente porque ya no somos seres humanos: somos seres sociales. Y así, tambien contradictoriamente, no hay comunión ni confianza en el hermano, sino individualismo, y supervivencia.
Abrazar es abrirse al otro; violentarse es imponer la fuerza. En una "sociedad" tejida por el miedo y la autopreservación, es sabido cuál concepto predomina y cuál es abatido.
Hace unos días, hablando con una amiga, le contaba acerca de la "crudeza" de mis últimos dibujos y de esas manos huesudas y feas que estoy dibujando, y ella llegó a la conclusión de que no es que sean feas, sino que estan gastadas, cansadas. Y tiene razón.
Hoy, por un lado, exhibo una imagen de lo que se da, y llena: el abrazo, la contención, la caricia. Por otra parte, lo que nos quitan, lo que nos arrancan por la fuerza, por la injusticia, la impunidad y el miedo.
Conceptos absolutamente contradictorios, el más oscuro e inevitable de los dos "se come" al más hermoso y humano. Sencillamente porque ya no somos seres humanos: somos seres sociales. Y así, tambien contradictoriamente, no hay comunión ni confianza en el hermano, sino individualismo, y supervivencia.
Abrazar es abrirse al otro; violentarse es imponer la fuerza. En una "sociedad" tejida por el miedo y la autopreservación, es sabido cuál concepto predomina y cuál es abatido.
4 de enero de 2009
"Pompeya"
Situación: domingo a la tarde, barrio de Malaver, partido de San Martín. Con mis amigos Francisco y Tomas caminamos por inercia a una estación de servicio cercana, para comprar helados y combatir el calor. En la esquina de la estación, bajo un poste de luz y junto a otros objetos allí abandonados, vemos la escultura de un torso de mujer de unos 50 cm de alto, aproximadamente, realizado en marmolina, cemento y yeso. Tras beber nuestros helados, y considerando que estabamos a unas 5 cuadras de la casa de Tomas, resolvemos llevar dicha escultura a la cual, dicho sea de paso, en el camino se le partió la base.
Conclusión: ya en casa de Tomas y con sus acrílicos en mano, primero pensamos en pintarrajearla "a lo Warhol", a pedido de Francisco, que la quería "amarilla, como hepatítica". Y solo eso quedó de la idea inicial de una paleta pop. Luego de decidir los colores entre los tres, me dispuse a pintarla delicadamente -dentro de lo posible, teniendo en cuenta mis escasas habilidades con un pincel.
El resultado fue "Pompeya", bautizada así por azar, ya que rato antes de encontrarla en la calle debatíamos delirantemente sobre la ciudad de Capital Federal con ese nombre, sobre el nombre propio "Pompeyo" y su correspondiente femenino, que terminó siendo el rótulo de la escultura intervenida.
Conclusión: ya en casa de Tomas y con sus acrílicos en mano, primero pensamos en pintarrajearla "a lo Warhol", a pedido de Francisco, que la quería "amarilla, como hepatítica". Y solo eso quedó de la idea inicial de una paleta pop. Luego de decidir los colores entre los tres, me dispuse a pintarla delicadamente -dentro de lo posible, teniendo en cuenta mis escasas habilidades con un pincel.
El resultado fue "Pompeya", bautizada así por azar, ya que rato antes de encontrarla en la calle debatíamos delirantemente sobre la ciudad de Capital Federal con ese nombre, sobre el nombre propio "Pompeyo" y su correspondiente femenino, que terminó siendo el rótulo de la escultura intervenida.
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